Yo sueño con un lugar celestial…

Yo sueño con vivir en un lugar maravilloso, donde el amor de Dios ilumina los corazones de todos, donde no hay dinero ni miedo ni avaricia, y donde la pereza es un problema inexistente.

Es un lugar donde todos amamos a Dios, y amamos a los demás.

Un lugar donde no hay egoísmo, ni lascivia, ni enfermedad.

Con el tiempo voy aceptando que este lugar no está en la Tierra, ni nunca lo estará.

La Biblia me dio la clave: nuestra carne no heredará el reino de Dios. (1 Corintios 15:50-53)

Qué buena noticia. Ya no hace falta que pelee contra lo imposible.

Qué gran alegría: lo mejor está ahí, por venir.

Qué gran bendición: ¿qué he hecho yo digno de un lugar tan perfecto, de una vida eterna en el Cielo con Dios y con todos los hermanos?

Mientras tanto, con esta esperanza en el corazón, me dedico a crear en la medida de lo posible un rinconcito de Cielo en mi vida.

No es siempre fácil, claro está. Que no siempre lo conseguimos al instante.

La buena noticia: que Dios nos ayuda, porque vivimos agarrados de su mano. Cada día nos asombramos del camino que hemos avanzado. Sin vergüenza y con gracias a Dios puedo decir que el amor, la salud, el gozo y la paz parecen encontrarse a gusto en casa.

Sinceramente, no creo que este camino hubiera sido posible sin el homeschooling.

El homeschooling no es importante por lo que hacemos, sino por cómo lo hacemos.

El homeschooling nos ha dado la posibilidad de poner en práctica lo que el Espíritu de Dios nos iba indicando, hablándonos al corazón y con la ayuda de la Biblia.

Su voz está en las mates, en la geografía y en historia, en las ciencias, en el dibujo y la pintura, en el piano, en los idiomas…

Todas esas asignaturas, sin Jesús en nuestro corazón, no las hubiéramos dado igual. Y el fruto sería diferente.

Vivo enamorada de Dios, profundamente agradecida.

Le pido que no nos permita desviarnos nunca, que nos siga cuidando, aunque sea una forma de vida diferente a la de los que nos rodean.

Que Dios nos permita seguir andando de Su mano hasta el final del camino, cuando sus ángeles vengan a buscarnos para llevarnos a la ciudad celestial, para siempre.

¡Te queremos, Jesús!

Deja un comentario